Extraño es que no contara los días que pasé junto a L en el pueblo de montaña. Porque fueron muy bonitos y sé que los recordaremos los dos, durante mucho tiempo.
Una de las anécdotas fue junto al río. L tocaba la guitarra y alrededor del agua sobrevolaban las libélulas azules y tornasoladas. Alcé la mano, como lo hice una vez aquí mismo, en la ciudad de los duendes, hace muchos años; entonces una mariposa azul, muy hermosa (curioso es que se repita el mismo color), se posó en mis dedos. Yo estaba tan feliz aquél día… y junto al río, y junto a L.
La libélula se posó en mi mano y alli se quedó contenta, como la que hubiera encontrado la rama apropiada para su descanso. Podíamos observarla con atención, sin que ella se diera por aludida; o quizá lo sabía, sabía que estaba en mis manos y simplemente, confió…
Miré el rostro de L y parecía un niño pequeño, estaba tan sorprendido, tan contento. Para mí era más como la repetición de un sueño… la repetición de un sueño.
Luego, lo dejé tocando la guitarra y me di un paseo alrededor del agua, las libélulas se quedaron con él, y L me contó que ellas vinieron a bailar mientras él tocaba. Yo le miré a los ojos; es como un niño pequeño.
Luego, me fui. Fueron días hermosos, pero me fui. Y él soñó con las libélulas azules. Soñó que ellas no le dejaban tocar la guitarra. Y L estaba tan preocupado por eso. Me escribió para preguntarme por qué… pero ¿qué podría saber yo? Así que ellas llegaron otra vez a mí.
Sé que son mensajeras, provienen del reino elemental, son Hadas. Como no hablan y sus mensajes son tan sutiles, le reenvié a L el mismo mensaje que recibí de ellas. Y le dije: “habla con ellas”. ¿Qué más le podía decir?
Uno de sus mensajes dice: “las libélulas hacen los sueños realidad. Son las mensajeras de la sabiduría y la iluminación de otros reinos”.
Y el otro decía: “la magia de la libélula nos muestra cómo ver a través de las ilusiones de la vida y encontrar nuestra verdadera visión”.
Pensé que ellas me estaban trayendo un mensaje a mí, pero no es así. Ellas estaban mostrándonos algo a los dos, a L y a mí, y ambos teníamos que estar alli para verlo.
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