domingo, enero 27, 2008

Sinopsis


En un lugar del Oliberzo (léase: Universo), conocido como la Tierra Arcana, existen tres grandes reinos: un grupo de islas cuyo trono principal se conoce como Candia, en donde vive el pueblo de los curiates. Es la raza de los centauros emparentada con las Nereidas del mar de Bara, que viven sobre sus costas septentrionales. El monarca es el sabio centauro Quirón. Sus tutores divinos son los gemelos celestes, los dióscuros Cástor y Pólux.


El segundo reino está ubicado al Este de Candia, es el continente Elber. Señoreado por los amos de la casa de los Ebres; su rey es Sabacio. Los Élberets de Elber son la raza más pacífica y hermosa de la tierra. Rinden tributo a Dionisio, el infante díscolo, dios de la vid. Al Sur de este gran reino existe un bosque Sagrado llamado Feronia, allí habita un anciano chamán, conocido como Túbal.


El tercer gran reino de Arcana es Galacia, conocida como la Isla Blanca por la luz que aún brilla sobre sus montañas desde el alumbramiento de la divina Isis. Su soberana es la emperatriz Olibana, hija semidivina de la diosa; y su consorte es el Rey Atlante Pelayo, navegante explorador de los océanos siderales. Galacia es la tierra más próspera de toda Arcana. Los gálatas tienen un poderoso vínculo con los dioses, pues Isis es la primogénita de la diosa madre, Balá-Balám.


Al Norte de los tres reinos, existe un gran reino unificado llamado Arania. Continente dividido en doce reinos gobernados por doce reyes magos. El sultán de Arania, Bébrix, sustentador de los más grandes poderes de magia conocidos, ha sido raptado por un maligno hechicero conocido con el nombre de Hipérbulo. El oráculo de Arania ha lanzado tres profecías que revelan la amenaza de Hipérbulo con la destrucción de los Tres Reinos.


Con el fin de detenerlo los reyes de Arania se reúnen en Asamblea; sus oráculos y sus tutores divinos les requieren encontrar al más versado navegante del Oliberzo, Atlante. Él ha de viajar hasta el lejano país de Amenti, donde habita la Gran Madre, Balá-Balám. Ha de encontrar al animal llamado Unicornio; que de acuerdo con las profecías, es la única solución para encontrar el paradero del Sultán secuestrado.

Heráclio, Segundo mago en sucesión de poderes, realiza el viaje hasta Galacia para solicitar los servicios del rey argonauta. Atlante accede a acompañarlo. Pide la ayuda de su amigo el sabio centauro Quirón, para realizar el arriesgado viaje. Durante aquel largo viaje, comienzan a presentarse en Candia los primeros síntomas de las profecías malditas arrojadas por el oráculo de Arania. Los curiates, en ausencia de su monarca, se vuelven hostiles; descuidan sus labores, y la isla pronto se convierte en un caos. Las nereidas viajan por los mares de Bara pidiendo ayuda a los otros reinos. El mensaje llega hasta las costas de Elber, donde el divino Oanes está de paso visitando la corte de Sabacio. El dios escucha los lamentos de las sirenas y se apresta a viajar hacia Candia. Una vez allí, Oanes pone en práctica su habilidad y rescata a Candia de su desgracia. Agradecidos, los curiates lo nombran rey y Quirón queda destronado.


Mientras esto sucede en Candia, los hijos de Quirón envían hacia Galacia a tres pupilos del rey ausente: Caristio y los centauros Cornelius y Febe, que llegan a la Isla Blanca solicitando ayuda de la emperatriz. Olibana los acoge y los insta a permanecer en la Isla; pues más adelante, prestarán a la misión de Atlante una importante ayuda. Se anuncia la llegada de un Avisador de Amenti. Llegan noticias: la embarcación de Atlante ha sufrido un contratiempo que detiene su avance. El avisador esperado llega como el alado Pegaso; trae tres objetos que han de ser llevados hasta la embarcación de Atlante para ayudarle a superar su percance.


El elegido para tal empresa es Heber, padre de Atlante. Pero una nueva embarcación, diestra en largas travesías, es requerida para ello. Buscan la ayuda de Crisauro, anciano bucanero curiate. Pegaso y Heber viajan hasta Candia y solicitan a Oanes el servicio de Crisauro. Viajan hacia el centro del Oliberzo donde se halla Atlante encallado.

Olibana recibe de su madre divina la noticia de que el barco en el que viaja Heber con los objetos para rescatar a Atlante, está a punto de traspasar los límites del Oliberzo y no llevan tutor divino. Sin él no podrán contactar con Atlante y darle los objetos para cumplir su misión. Deben encontrar lo antes posible, entre los dioses, a uno que esté libre para viajar hacia la embarcación de Crisauro y ponerse en contacto con la nave de Atlante. Los dióscuros están con Quirón en la embarcación de Atlante; la divina Isis debe permanecer en Galacia para proteger a los gálatas de la tercera profecía. Sólo queda Dionisio. Caristio es comisionado junto a sus compañeros centauros, Cornelius y Febe, para realizar un largo viaje hasta el Bosque Sagrado de Feronia.

Los tres curiates viajan hacia el continente Elber. Llegan al Bosque Sagrado de Feronia donde vive el chamán Túbal; después de pasar algunas dificultades para encontrarlo. Su encuentro con las Amazonas, que salvan a Caristio de ser devorado por un oso; las bromas que los duendes les gastan para burlarse de ellos. Finalmente, encuentran a las Hespérides: magníficas criaturas, pupilas del sabio chamán, que los conducen hasta Túbal para pedir el auxilio de Dionisio. Éste entra en la nave de Crisauro, con muchas dificultades en el sueño de un animal que viaja a bordo de la nave.


Heber recibe el aviso de la diosa Isis a través del sueño. Ésta le advierte que viajan en compañía de un tutor divino, el díscolo Dionisio, en la forma de un animal. Heber realiza una pesquisa entre la tripulación para encontrarlo. Pero resulta que casi todos son animales; pues la tripulación del barco de Crisauro es llevada por los hijos de Oanes, los Caballos del Sol. Al final, encuentran al animal que resulta ser un gato, y finalmente, logran llegar junto a la nave de Atlante.


Con la ayuda de Dionisio y los dióscuros, Quirón deduce cuál de los tres objetos enviados por la Gran Madre; a saber, el Ouróburos, la Égida y el Arcoiris de Pegaso, ha de lanzar el primero. Al lanzar el Ouróburos sobre las aguas tumultuosas la nave de Atlante es liberada del remolino y regresa al Tiempo Original. El gálata puede continuar su viaje. Pero esta vez lo hará solo. Quirón, al conocer la noticia de su destronamiento, decide regresar a Candia; pues sus dióscuros le advierten que las profecías están a punto de cumplirse.

Quirón y sus dióscuros han regresado a Candia. El sabio centauro sostiene una secreta conversación con el divino Oanes; quien permanece en el trono, mientras Quirón se marcha al desierto. Las malévolas acciones de Hipérbulo no terminan aún. Envía hacia Candia toda clase de calamidades: maremotos, terremotos y lluvias negras que arrasan con el pueblo, los curiates se ven obligados a exilarse hacia el desierto. Una vez allí, a pesar de los esfuerzos de Oanes por mantenerlos unidos, las tribus se separan y se pierden. La segunda profecía está a punto de cumplirse. Elber es arrasado por siete pestes que acaban con casi toda la población de Élberets hermosos. Por esos días ha nacido el primogénito de Sabacio, y el Ebre no sabe qué más hacer para salvar a su pueblo de la desgracia. Perecen casi todos, sin remedio.

Entretanto, Atlante está atravesando la Noche infinita del Oliberzo. Es entonces, cuando una voz celestial lo sacude y lo ayuda a continuar su camino; pues corría el grave riesgo de quedarse dormido en sus ensoñaciones. Atlante usa el Arcoiris de Pegaso y traspasa la noche infinita. Llega victorioso a Amenti, pero todavía le queda un objeto. En su ascenso a Amenti, el rey gálata debe usarlo para superar el último obstáculo que acecha al intrépido que osa entrar en el vergel bendito.

Al entrar en el paraíso Atlante se encuentra con Agdistis; ésta le ofrece los frutos de su árbol; Atlante los rechaza. Luego, aparece el cuerno de la cabra Amaltea, lleno de toda clase de tesoros. Atlante los rechaza una vez más, no olvida su misión: viene en busca del Unicornio, para salvar a la Tierra Arcana del malévolo hechicero Hipérbulo. Entonces, tiene un encuentro con un caballo celeste. Al principio no lo reconoce, cree que puede ser uno de los hijos de Oanes, o el caballo alado Pegaso. El Unicornio se presenta ante Atlante. Gracias a su valor y desprendimiento, el Unicornio decide acompañarlo hasta la Tierra Arcana, para liberar a Bébrix y a todos los seres, de las profecías malignas del brujo del Tártaro.


La tercera profecía está por cumplirse. Hipérbulo ataca Galacia, intentando apagar el fuego de la pira sagrada que sostiene a Isis en el púlpito celestial. Pero los gálatas resisten la embestida por más de trescientos años, el tiempo que le toma a Atlante regresar a la Tierra Arcana. Hipérbulo, a sabiendas que ninguno de sus esfuerzos será suficiente para vencer a los gálatas, recurre al engaño; los gálatas quedan a merced del poder de Hipérbulo. Un titán sopla sobre el fuego espiritual y la diosa Isis abandona Galacia; la isla queda cubierta por las penumbras, y sus pobladores convertidos en piedras.

Atlante ha regresado a Galacia y ve que es demasiado tarde. Pero el Unicornio lo lleva a Elber, hacia el Bosque Sagrado; el único lugar intocable para el poder oscuro. Allí Atlante, sin saberlo, encuentra al último de los Élberets, en la cueva del chamán Túbal. Y de nuevo, el Unicornio envía a Atlante con el niño hacia la isla de Candia, en el desierto de Albara. En las puertas de Ofir Atlante se encuentra con Oanes. El rastro de un cometa rojo ha anunciado su llegada. Juntos viajan por el desierto y van encontrando algunas de las tribus perdidas de los hijos de Oanes.

Llegan finalmente, hasta el pie de una montaña de piedra. El niño se pierde y mientras lo buscan, Atlante y Oanes encuentran una cueva dentro de la montaña. Oanes tiene un extraño presentimiento. Le cuenta a Atlante la historia del Dragón dorado. Aparece Quirón. El rey centauro ha construido aquella cueva con la forma del dragón conocido como Borbónibur. Encuentran al niño que dormía dentro de la cueva, bajo el cuidado del sabio centauro y movilizan a los curiates al interior de la montaña; la luna llena anuncia el advenimiento del dragón.

Caria, la hija de Quirón ha tenido una hija. La amamanta bajo el sereno cuando llegan algunas de las tribus perdidas, justo en el momento en que la montaña, en la forma del dragón, se despierta. En medio de la confusión, el pequeño Nembrod le advierte a Atlante que Caria, Arión y su hija han quedado afuera. Borbónibur ataca a los curiates rezagados. En el ataque muere el primogénito de Oanes. El Unicornio reaparece para pelear contra el dragón y lo domina. El dragón duerme por largas horas mientras los curiates entierran a sus muertos.

Los curiates han de entrar en Ofir; el mago oscuro está allí con sus titanes. Atlante debe enfrentarlo y llevar al niño hasta las habitaciones reales. El niño corre peligro. Los hijos de Oanes comandan las tropas de curiates que entran en Candia dentro del dragón dorado; comienza la guerra contra Hipérbulo. Los curiates están ganando terreno. Atlante encuentra a Hipérbulo y logra someterlo. Pero en el último momento, el brujo escapa. Atlante ha fracasado. Hipérbulo rapta al niño y se lleva al Unicornio con él.

Llega a Candia una embajada desde Arania; tres grandes magos para proponer a los aliados una nueva estrategia para vencer al brujo del Tártaro. Oanes preside una singular ceremonia en la cual, Tres Elegidos realizarán un viaje único: Atlante, el Mago Heráclio de Arania y el centauro Quirón entran en los sueños del brujo, que viaja apaciblemente en su nave en dirección a Arania.

Durante ese viaje singular, los tres hombres descubren la verdadera naturaleza del mago oscuro. Pero Atlante hace lo único que está prohibido hacer durante el viaje, interviene en los sueños del mago y la historia da un nuevo giro.


Todo cambia. En su desconcierto, Atlante clama al Unicornio, que aparece y le muestra Atlante todo lo que ha pasado, a partir de ese momento. Atlante regresa a Galacia, hay luz de nuevo; pero él no sabe por qué. Ve a Olibana, pero ella no puede verlo. Entonces, El Unicornio le ofrece a Atlante una última opción: le otorga mil años de un sueño. Pero le hace una advertencia definitiva: “...después de este día, que durará mil años, no habrá marcha atrás”. Una arriesgada aventura que llevará a Atlante hacia un inesperado desenlace.




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