A raíz de la lectura del libro La Antropología como Crítica Cultural, (George Marcus y Michel Fischer. Amorrortu Editores, Buenos Aires 2000), enmarcada en el análisis antropológico de lo otro cultural, surgen inevitablemente en el lector concienzudo una serie de interrogantes de inquietud social y humana.
Ésta es simplemente una reflexión que me ha surgido a raíz de la lectura del libro en referencia para un trabajo anual en la universidad.
Una pregunta se eleva, que no ha sido tan deliberada como necesaria, ¿hasta qué punto la globalización es un proceso natural y sostenible, capaz de transformar los modelos culturales en un modelo único?
Una pregunta se eleva, que no ha sido tan deliberada como necesaria, ¿hasta qué punto la globalización es un proceso natural y sostenible, capaz de transformar los modelos culturales en un modelo único?
La lectura de este libro suscitó en mí diversas preocupaciones acerca del problema de la globalización y de la influencia innegable de los esquemas sociales y culturales, y los procesos políticos y económicos, en la visión de nuestra propia cultura y, por ende, en la del otro exótico. Luego, me he dado cuenta de que esa pregunta era un planteamiento crítico, pues derivaba directamente, de otra lectura anterior sobre el texto de Aldoux Huxley “Nueva visita a Un Mundo Feliz”. Estaba planteando una cuestión crítica a mi propia cultura con esa pregunta, pero no estaba segura de que fuera una pregunta apropiada para el método etnográfico. Esto me ha hecho pensar en el enfoque antropológico actual para este tipo de problemática tan compleja, como la globalización o el sistema mundial. ¿Cómo se plantean los antropólogos contemporáneos un fenómeno tan vasto? Mi pregunta en principio, versa sobre “lo natural” hipotético de dicho proceso y luego, sobre su sustentabilidad. Dado que ya sabemos o asumimos, que se trata de un proceso imparable, no obstante, existen trabajos etnográficos que demuestran que su alcance no ha agotado los tópicos sobre los que se establece la diversidad cultural, ni su influencia se ha extendido de forma tan rápida como asumimos. Por otra parte, estos trabajos de etnografía experimental parecen arrojar resultados que insinúan efectos diversos e impredecibles de la globalización en las distintas culturas foráneas. Como formas de adaptación diversas al cambio inevitable que este proceso representa.
¿Cómo pues, se puede enfocar, desde el punto de vista de la etnografía comprensiva contemporánea, digamos, un fenómeno tan complejo como la globalización? ¿Es mi pregunta, una pregunta válida para este tipo de enfoque? Si bien he comprendido cabalmente la lectura del texto de Marcus y Fischer, la antropología comprensiva busca mediante diversos apoyos teóricos, acceder a una comprensión fidedigna del punto de vista nativo y sus sistemas de sentido, lo que hace evidentemente, problemática la traducción de los distintos aspectos de una cultura a otra. Imagino que para poder enfocar el problema de la globalización y sus efectos a nivel cultural, sería necesario plantear la pregunta de una manera más específica, quizá haciendo referencia a algún aspecto de la cultura que tenga relevancia desde el contexto de la crítica cultural y quizá, para el tema que nos ocupa, sea el más pertinente el aspecto económico, que es presumiblemente, la base de este proceso complejo de cambio global.
Pero el ámbito político no sería menos apropiado como aspecto nuclear de una reflexión crítica. Y en todo caso, para poder representar de una manera más clara y localizada la incidencia del fenómeno de la globalización en la cultura, tal vez sería necesario indagar en una cultura particular, salir del contexto geográfico conocido: occidente, y ver de qué modos y en qué direcciones la globalización se está estableciendo o infiltrando en los patrones culturales de otra cultura. Digamos por ejemplo: Marruecos o China.
Esto es sólo un esbozo, en absoluto, formal, sólo indagatorio y orientativo de lo que podría suponer establecer un estudio crítico sobre el problema de la globalización mundial. Pero para destacar el aspecto crítico de una pregunta relativa a la globalización, quizá tendría mayor interés hacer crítica etnográfica de “repatriación”, es decir, un estudio comparativo de los valores culturales de una cultura foránea, en los que la globalización ha ejercido una influencia determinante, y sus correlatos occidentales.
Por otra parte, y dado que el trabajo se basa en el libro sobre la crítica cultural. ¿Es la globalización una pregunta pertinente en lo relativo a la temática del libro, o es sólo un tema de fondo, que no refleja el verdadero propósito de los autores al escribirlo? ¿No sería más pertinente quizá, plantearnos qué metodologías podrían resultar de mayor utilidad en la actual crisis contemporánea, para realizar un retrato reflexivo eficiente sobre la cultura occidental? ¿O esta es precisamente, una de las cuestiones que los autores pretenden responder? ¿Sería en este caso, la antropología comprensiva una herramienta útil para este propósito? O ¿hasta qué punto los tópicos de la crítica cultural se ven agotados, por el influjo de la globalización, en la descripción etnográfica? Ya lo dicen los autores, casi al final del libro, todavía es posible realizar un contraste intercultural, pues ni lo exótico ni la diversidad cultural han desaparecido, a pesar de la globalización.
Entonces, como sucesión lógica a mi propia reflexión, suscitada tras la lectura del libro, es evidente que los autores ya se han preocupado por buscar las opciones a esas cuestiones, lo que me sugirió la lectura es también pertinente como crítica antropológica y es, como dije, una pregunta inevitable, necesaria; porque surge motivada por la reflexión subyacente a la lectura. La preocupación de los autores versa sobre la problemática de la representación en la escritura etnográfica, pero esa problemática ha surgido movida por cambios en el orden de la realidad, que afectan la interpretación y la comprensión de esa realidad, a nivel global. Si ese cambio, que es la globalización, no hubiese penetrado en los esquemas de valoración de lo cultural y lo exótico, no sería necesario buscar nuevos esquemas de representación para explicárnoslo. Si bien, es cierto que la crisis de la representación no es una cuestión reciente y que los autores se dedican a rastrear los primeros esbozos de la preocupación de las ciencias sociales por la pérdida de sentido de los esquemas tradicionales para explicar las realidades sociales, sin embargo, la más actual motivación en este estudio ha sido la búsqueda y la valoración de los trabajos de la etnografía experimental como herramienta de utilidad actual, para dar sentido a la crítica cultural y con ello a la importancia y vigencia de la antropología en su función crítica.
O quizá, la globalización sea el paso siguiente a indagar en esta reflexión analítica.
Éste bien podría ser un canal de discusión sobre este tema tan fascinante.
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