23 abr. 2009
Para entrar
en sintonía con las enseñanzas de mi guía Anastrela en estos últimos días, y que no muy
prudentemente he olvidado reseñar, recuerdo su respuesta ante mi sempiterna
pregunta acerca de la ausencia de mi compañero. La respuesta nunca se me había
planteado de esa manera, de muchas otras variadas formas sí, pero no de ésta.
Para Anastrela la respuesta estaba en Las Esferas.
A continuación, reseñó una
serie de instrucciones y me dijo que Las Esferas tenían que ver sobretodo, con
el Principio del Magnetismo que, sabiéndolo yo o no, yo poseo en abundancia
–aunque no bien canalizado del todo, por lo que pude deducir-; las sugestiones,
las conexiones neuronales, las visiones propias o prestadas de las que ya me
había instruido, entre otras cosas.
Para
Anastrela era de vital importancia que yo comprendiera cómo funcionaba el
Principio del Magnetismo y para eso era indispensable que pudiera comprender el
concepto, mucho más complejo de las Esferas. Me instó a que recordara, de mis
clases de historia de la Filosofía, la Teoría cosmológica de las 55 Esferas de
Aristóteles, respectivas a la estructura del universo y me dijo que
efectivamente, aunque no bien comprendida, esta estructura del universo se
puede extrapolar a otros niveles de la realidad, especialmente en lo
concerniente al manejo de las energías.
El número de
esferas no está claro, puede ser mayor al de 55, pero no estaría segura en
decir, que es un número infinito. El caso es que sin entrar en el tema del
karma, Anastrela me explicó, que de acuerdo con el uso de su energía vital, las
personas se mueven en una u otra esfera, de acuerdo con sus tendencias,
conexiones neuronales, visiones de la realidad propias o prestadas,
sugestiones, creencias y, especialmente, su poder magnético. Como los niveles
en alguno o varios de estos aspectos difieren en relación con los sujetos y sus
tendencias, estos se mueven en distintas esferas y probablemente, es muy
posible que no lleguen a establecer contacto, a menos que uno de ellos o ambos
decidan cambiar de esfera.
El mecanismo
de funcionamiento de las Esferas, es incluso más complejo de lo que he sido
capaz de acotar aquí, pero todavía lo es más, ese proceso misterioso, a través
del cual se realiza una operación como el cambio de una esfera a otra. Podría
decirse que comienza con un evento que podríamos denominar “cambio de
paradigma”; porque tiene que ver con la transformación integral de todo un
sistema orgánico, o al menos, ésta es la idea que sobrevive a la intrincada
explicación de Anastrela.
Una persona que decide cambiar de una esfera a otra,
por lo general lo hará con el propósito de mejorar, es decir, de incrementar su
energía o poder magnético. Pero sobretodo, para poder realizar este paso, es
indispensable conocer las propias circunstancias, reflexionar pues sobre
nuestra vida actual, (no pasada, o en todo caso, el camino que nos ha llevado
hasta donde estamos ahora); eso es muy importante, saber cuáles son nuestras
condiciones presentes, dónde estamos (algo en lo que mi maestro de Dzogchén hacía hincapié
con frecuencia, en sus enseñanzas). Cuando sabemos esto, que es lo
fundamental, podemos comprender mejor el mecanismo de las Esferas.
Es posible y
suele darse con frecuencia, que el cambio de Esferas se dé por ciclos, de forma
más bien natural, cíclica; con lo cual muchos de los eventos que experimentamos
como críticos, tal vez sólo sean síntomas de ese cambio entre esferas. Pero la
idea central de las Esferas tiene que ver, como Anastrela hizo hincapié, con el Principio de Magnetismo y por eso también, es muy importante que seamos capaces
de comprender cómo funciona este principio per
sé y cómo funciona en nuestras vidas; es decir, cómo manejamos la energía
magnética.
Cuando somos conscientes del propio manejo de la fuerza magnética,
muchas cosas se nos vuelven especialmente claras a la vista de nuestra vida
actual, nos hacemos más concientes de aquellos de nuestros procesos mentales y
emocionales que subyacen por debajo de la conciencia y de los patrones de
nuestro proceder. Entonces somos capaces de decidir el patrón que deseamos
desarrollar, de señalar la ruta que deseamos seguir, o qué nivel de las Esferas
deseamos alcanzar.
Es un proceso
que puede llevar años, pero puede estarse llevando a cabo paralelo a nuestro
diario vivir, sin que seamos partícipes de forma consciente, hasta que de
repente… Zas! Algo esencial ha cambiado. Ya no nos sentimos igual con respecto
a nuestro pasado reciente y hay una urgencia por dejar algo atrás. Vemos que estamos
construyendo, si no está construido ya, un “nuevo paradigma” de vida y que
estamos actuando y sintiendo de acuerdo con ese nuevo patrón.
Pero como todo
proceso, al principio, hay un período de reajuste, durante el cual, el ser se
acomoda al nuevo estado, a la nueva esfera, y experimenta por primera vez, los
cambios en sí mismo, del manejo de la energía. Todavía tendrá que lidiar con
algunas resistencias del período anterior, pero éstas, poco a poco, y a medida
que el ser se va integrando en el nuevo estado, irán perdiendo influencia,
hasta que finalmente, desaparezcan por completo.
Todavía no me
ha explicado Anastrela profundamente el comportamiento de la fuerza magnética,
pero es algo que puedo reflexionar por mí misma con los conocimientos que poseo
y la propia experiencia en el manejo de esa energía en mi vida; creo que ése
era en realidad, el propósito de Anastrela, que fuera capaz de sacar mis propias
conclusiones en base a mi propia experiencia y conocimientos. Y en todo caso,
si tuviera alguna pregunta al respecto, podría siempre contar con su respuesta.
En resumidas
cuentas, Anastrela me explicó que mi compañero y yo no estamos juntos porque
nos estamos moviendo a diferentes escalas entre las Esferas y dado que uno de
los dos debía cambiar de Esfera para coincidir con el otro, y dado que era yo
la que estaba recibiendo esta instrucción, era evidente que se trataba de mi
propio proceso de cambio entre esferas, es decir, que tenía que ser yo la que
diera el salto. Y el modo de hacerlo es lo que he explicado de la forma más
clara posible un poco más arriba.
Pero Anastrela no me dio instrucciones
precisas, ni mapas, ni nada de eso, (aunque algún mapa apareció durante su
instrucción referente al encuentro con mi compañero, pero del que no me ha
hablado aún); sólo insistía con vehemencia que me abriera y confiara en el
Padre Cielo, Ouranós, como ella le
llama y que le permitiera llenarme de su plenitud. De modo, que desde hace un
par de días y con ese propósito he comenzado una visualización de apertura
hacia el cielo abierto. Ella insiste en que todas mis peticiones las dirija
siempre a él, al Padre Cielo, Ouranós,
y que descanse confiada en su provisión.
Sin embargo,
debo ser honesta y reconocer que tengo problemas con el tema de la fe y que
ahora mismo estoy intentando aprender primero a relajarme, porque creo que mi
falta de fe se debe, especialmente a esa tendencia aprendida en mi familia
biológica a tener miedo de todo, especialmente de nuestra propia buena suerte.
Es decir, a no confiar jamás.
Como estoy en proceso de “descascarillamiento” y “pérdida de la vieja piel”, ese paso me está
llevando algo de tiempo. No obstante, considero de gran ayuda el poder trabajar
con herramientas como el Método para los actores de Stanislavsky, conducente a
la suspensión de la incredulidad. Lo
que me hace rescatar buenas y sanas memorias de mi confianza en el poder del
Cielo o del Espacio.
Quiero decir,
que la fe no es algo que uno pueda manipular sin ser conciente y ahora
comprendo que esa fe tiene mucho que ver con el Principio de Magnetismo en el
que tanto insistía Anastrela. Aquello en lo que realmente creemos es
precisamente lo primero que manifestamos. Creer o tener la convicción de
que realmente, un evento u objeto se va a producir “de la nada”, es Magnetismo,
es trabajar con ese tan cacareado Secreto y Poder de Atracción del que los
pseudo-filósofos de la modernidad tanto alardean haber descubierto. En
realidad, no han descubierto absolutamente nada, salvo que se han dado cuenta del proceso, en virtud del cual todo tiene su
lugar en el multiverso.
Mi primera
reflexión había sido que la fe no es algo
que uno pueda manipular, pero en seguida, comprendí el principio tras el
cual se sustentaba la vehemencia con que Anastrela me sugería abrirme al Padre
Cielo, Ouranós; y automáticamente, me
decanté por la conciencia como clave de este mecanismo. Una especie de
conciencia sutil, es decir, no
manipuladora, que comprende, conoce y se da cuenta, pero que participa pasivamente en el proceso de Magnetización. Y para que no exista ni el más
mínimo atisbo de manipulación, ciertos procesos inherentes a la conciencia
tienen que desactivarse, y el principal de ellos es el pensamiento discursivo.
No hay mucho, en realidad, nada qué
pensar en relación con este proceso. Se hace y se deja actuar, como cuando
echamos pomada en una irritación cutánea, no estamos removiendo para ver cómo
actúa la pomada para hacer desaparecer la irritación, porque hacer eso no
servirá de nada en la curación. El agente activo no está en el escrutar, sino en la pomada. Por obvio
que parezca.
El agente
activo en el proceso de magnetización es la fe: creemos en verdad que lo que
estamos haciendo: oración, meditación, ritual mágico, dará unos resultados, y
de hecho, siempre los da. La conciencia es en este proceso, un mero agente
pasivo, un observador. Pero su presencia, no obstante es indispensable para la
psique. Si no nos damos cuenta de que las cosas pasan es como si no pasara
nada, no hay entonces aprendizaje y por lo tanto, no hay crecimiento verdadero.
Y el propósito fundamental en este proceso de Magnetización es sin duda, que
haya crecimiento, evolución; de ahí la estrecha vinculación entre este
Principio del Magnetismo y las Esferas.
Ahora todo
este proceso de instrucción por el que estoy pasando junto a Anastrela, está
empezando a cobrar algún sentido para mí. Porque desde lo más profundo de mi
corazón y con toda la honestidad que me caracteriza, admito que en ocasiones,
siento todavía la aprehensión de estar perdiendo un poco la chaveta, de que ni
siquiera, esté siendo del todo conciente de la realidad y todos esos temores
ancestrales que me han acosado a lo largo de toda mi vida.
El hecho de que yo
pueda escucharla, no en el sentido sensorial, sino interno, de sentirme
conectada a su “persona”, a su “voz”, es algo que tiene sin duda, un grado
importante de realidad para mí, mucho más de lo que lo tuvo en años previos.
Porque Anastrela no acaba de aparecer este año, lleva años entrando y saliendo
de mi conciencia, hablándome, contándome cosas que yo he tomado más o menos, con
cierto interés. Pero la coherencia que
encuentro ahora en sus instrucciones me hace aumentar mi interés, sin embargo,
también cierta prudencia subsiste en cuanto a tomarme demasiado en serio todo
esto.
Quiero decir, Anastrela siempre insiste en que no revele las
características de sus instrucciones mágicas o filosóficas o psicológicas, etc.
(El rango de su instrucción es bastante amplio). Pero no creo que lo haga por
el hecho morboso de mantener oculto algún secreto ancestral, sino básicamente,
por cuidar mi reputación sen cuanto a mi sanidad mental, para conmigo misma y la realidad que me
circunda. Ella no ignora ni yo tampoco, las abismales diferencias que se
levantan como muros colosales frente a la realidad de nuestro encuentro en los
predios de la imaginación, y esa otra realidad que la física cuántica llama
espacio entre átomos, que parecen muy concretos y reales. Es decir, la realidad de a pie.
Su actitud
preventiva obedece sobretodo, según puedo prever, a un respeto innato por el
equilibrio de la naturaleza. Ahora mismo, me está dictando de forma más bien,
informal estas palabras que estoy redactando en este preciso último párrafo.
Como me encuentro receptiva hacia ella, escucho su voz con más claridad. Ella me
dice que sabe y yo también, por consiguiente, que en el Oliberzo, -a mí me
agrada llamarlo así-, subyace un orden, un patrón de coherencia más bien, entre
el Caos y el Orden, que como explicaba Heráclito, se dan simultáneamente en el
Universo. Y esa coherencia es el principio del equilibrio de la naturaleza. De
modo que cuando centramos nuestra atención y energías en algo, que como yo lo
entiendo, pertenece a cierto grado de la realidad, significa que en otro lugar
del universo estamos activando el opuesto, con el cual se encuentra relacionado
de forma natural, pues el universo no es algo estático, sino un organismo vivo.
Esta es la base de los principios de la naturaleza: que nos hayamos inmersos,
formando parte vital de un organismo que goza de vida, por sí mismo, pero no de
manera independiente. Y también, está presente en los fundamentos del electromagnetismo.
Todo está
interconectado, no podemos aislar nuestra acción y pensamiento del resto de lo
que conforma la realidad, en sus distintos niveles, sólo podemos aprender a
manejarnos dentro de esta coherencia. Todo intento o propósito por sustraernos
a la realidad, en cualquiera de sus grados, sólo precipitará -pues esa es otra
forma del comportamiento del Principio del Magnetismo, la fuerza
electromagnética-, su contrario. Y es de suma importancia tener esto en
cuenta.
Me viene a la
mente la imagen de un surfista vadeando las olas del Océano. Somos como
surfistas sorteando las grandes o pequeñas olas del Océano de la Vida. Para
algunos, el éxito puede consistir en llegar a salvo a la playa; y para otros
quizá, sólo consista en el gozo de la hazaña.
Anastrela me
previene contra el tornarme demasiado seria con estos temas. Muchas de las
prácticas que llevo a cabo actualmente, por su orientación son sobretodo,
conducentes a estimular la energía gozosa de la vida, a experimentar la dicha
de estar vivos. Aunque yo siempre he anhelado “recuperar” esos poderes mágicos,
que desde algún rincón recóndito de mi subconsciente creo haber ostentado en
algún momento de mi experiencia vital, me parece presentir en las instrucciones
de Anastrela, que ese propósito quizá no sea lo más importante.
Todo ha de
llegar, en tanto sea necesario para nuestro pleno desarrollo.